Felipe Castiblanco Álvarez
A
propósito de la conmemoración del 21 de septiembre como Día Internacional en
contra de las Plantaciones de Monocultivos Forestales (PMF), donde no solo se
rechaza llamar “Bosques” a las PMF y todas las implicaciones normativas que
esto conlleva, también se exige el respeto por los territorios, por las aguas,
los suelos, los ecosistemas y la diversidad, es decir por el ambiente y la vida
misma, tanto humana como no humana. El Norte del Cauca, el departamento del
Cauca y casi todos los departamentos de la cuenca del río Cauca hoy continúan
siendo amenazados y afectados por las PMF y por la multinacional irlandesa que
está detrás de este conflicto: la Smurfit Kappa Colombia (SKC) [1]
.
Desde la década de 1970, la entonces Cartón de Colombia comenzó a
adquirir predios de manera legal en lo que actualmente son los municipios de
Suárez, Buenos Aires [2] y Santander de Quilichao. Estos predios eran
principalmente grandes extensiones de fincas ganaderas que, de acuerdo con los
pobladores locales, fueron pagados a altos precios. Una vez adquiridos los
predios, en los terrenos que antes estaban dedicados a los pastos para el
forraje del ganado, la compañía dio inicio a la siembra de Plantaciones de
Monocultivos Forestales (PMF) con especies de pino y de eucalipto. De hecho, la
reforestación [3] emprendida por la hoy Smurfit Kappa Colombia (SKC), es uno de
los argumentos que tanto esta como otras empresas forestales utilizan para
defender y expandir su negocio, ya que esto implica la conversión de tierras de
usos agropecuarios a usos forestales.
Sin embargo, esta “reforestación” esconde dos realidades. La primera
consiste en la denuncia hecha en otras zonas del país donde la SKC y sus
filiales hacen presencia, como en los departamentos del Eje Cafetero, donde la
empresa tras el corte y la cosecha de los pinos y eucaliptos, tumba y deforesta,
con o sin intención, parte de los bosques internos y aledaños a las PMF
(Ocampo, 2018), de manera que para la próxima siembra forestal van aumentando
el área de explotación y por ende, también la producción; es decir, que la
reforestación no solo es de potreros que han sido adquiridos, sino también de
bosques autóctonos deforestados. En este sentido, aparece la segunda y
contradictoria realidad, ya que las empresas forestales han buscado y en parte
conseguido recibir beneficios por contribuir con el aumento de las áreas bajo
vegetación arbórea en el país, sin que esto necesariamente implique que el
ecosistema pase a un mejor estado, sino que más bien se convierta en lo que los
movimientos sociales han llamado “desiertos verdes” (Cardona, 2009).
En el caso del Norte Caucano, Broderick (1998) en su libro “El Imperio
del Cartón” describe con detalle la situación que se ha desarrollado en el
municipio de Buenos Aires, donde las PMF figuran bajo propiedad de la empresa
Agroforestal El Naya, pero cuya producción es transportada y procesada en la
planta industrial de la SKC en Yumbo, Valle del Cauca, de manera que los
predios que en algún momento sí figuraron bajo la actual SKC, hoy tan solo aparecen
bajo una empresa fachada; pero los problemas que el autor señala hace dos
décadas, hoy permanecen vigentes, enfrentando a territorios comunitarios
étnicos con un modo de extractivismo forestal que sigue en crecimiento.
En el municipio de Suárez, la SKC y las PMF de pino y eucalipto se
encuentran principalmente en siete de las veredas que hacen parte del
corregimiento La Betulia. Estas son Santa Bárbara, La Betulia, Playa Rica, El
Amparo, La Alejandría, La Estrella y una más que debe su nombre a este paisaje:
Los Pinos. Además, desde el 2017 ha aparecido una nueva mancha extensiva de
plantaciones, en la vereda Cerro Damián del corregimiento de Agua Clara, donde
en predios privados, un particular que estuvo trabajando para la SKC en años
anteriores, ahora siembra sus propias pineras [4]. Todas las veredas
mencionadas hacen parte de la Parcialidad Indígena del Resguardo Nasa de Cerro
Tijeras, es decir tienen cabildantes que se auto-reconocen como Nasas pero que
también comparten parte del territorio con población que se auto-reconoce como
campesina no étnica y que hacen parte de AsoCordillera.
Así mismo, hay posiciones diferentes frente a la SKC. Por un lado, el
campesinado no étnico reconoce en la compañía una fuente de trabajo esporádica,
mientras que los indígenas reconocen a la misma como un agente invasor que
desarmoniza el territorio y que en consecuencia deteriora las relaciones entre
sociedad y naturaleza, así como los suelos y las aguas producto de las
plantaciones. Por otro lado, ambas organizaciones, aceptan los supuestos
beneficios que además de la mano de obra traen las plantaciones, esto es, el
mejoramiento provisional de las carreteras de acceso que a su vez implica el
deterioro ambiental por la ampliación de vías y daños a las aguas conexas, así
como los cuadernos que reciben los estudiantes en las escuelas veredales y que
son patrocinados por la SKC en conjunto con Parques Nacionales Naturales de
Colombia. En este último punto también aparece la Alcaldía Municipal de Suárez
como un puente que facilita la comunicación de las Juntas de Acción Comunal
veredales y/o organizaciones sociales con la empresa.
En este sentido, el Resguardo Indígena de Cerro Tijeras lucha en el
territorio por la tenencia y los usos de la tierra, así como por el escenario
de conflicto armado que representan las pineras. De acuerdo con las
comunidades, en años anteriores, estas plantaciones fueron sitios estratégicos
durante el conflicto entre el Ejército Nacional y la guerrilla de las FARC-EP,
donde ocurrían los enfrentamientos, se establecían campamentos y donde
aparecían desde municiones hasta cuerpos sin vida. Aún los militares usan
ocasionalmente estos lugares, pero también, luego del Acuerdo de Paz con esta
guerrilla, han aparecido nuevos actores armados que han usado las pineras como
lugar de rapto para amenazar a las autoridades indígenas.
No menos importante, pero sí menos evidente, es la afectación que las
pineras han hecho a las aguas. Los acueductos comunitarios de los caseríos
principales en las veredas La Betulia, Playa Rica y El Amparo, de población
mayoritaria auto-reconocida como campesina, tienen sus bocatomas en áreas
aledañas a las pineras y en las épocas de menos lluvias el acceso al agua se
dificulta y debe ser restringido por algunas horas. Pero lo grave de este
asunto es que hasta el momento estas comunidades no han tomado medidas al
respecto y más pareciera que se estuviera esperando a que llegue el momento
extremo en que el agua alcance una escasez total como ya ha pasado en
municipios del Valle del Cauca, donde las PMF de la SKC han secado fuentes de
aprovisionamiento hídrico como quebradas y nacimientos (Cardona, 2009).
Pero entonces, ¿cuáles son parte de las alternativas no solo al
establecimiento y expansión de las Plantaciones de Monocultivos Forestales,
sino también de las empresas como la Smurfit Kappa Colombia? Para esto hay que
reconocer dos cosas: primero, que hay una industria necesaria para cualquier
sociedad como la de la celulosa, la madera, el cartón y el papel; y segundo, que
las especies introducidas de pino y de eucalipto son importantes por sus tasas
de crecimiento rápido y porque disminuyen la explotación de maderas autóctonas,
pero no son por sí mismas culpables de la forma en que son plantadas en los
territorios.
Para el caso de la industria habría que buscar la eliminación de los
beneficios que reciben las empresas forestales, en especial las extranjeras y
que permiten que sea rentable su negocio; en cambio debe fortalecerse y
promover empresas de carácter local y comunitario que hagan un aprovechamiento
de otras maneras amigables con la naturaleza y la sociedad. Adicionalmente, hay
que continuar transformando y haciendo conciencia del consumo que involucra el
uso, reutilización y reciclaje de las materias primas así como de las personas
que ejercen oficios de recuperadores ambientales de manera informal. Mientras
que para el caso de las especies forestales hay que promover y fortalecer la
investigación en especies autóctonas y locales al tiempo que con las especies introducidas
hay que restringir su siembra, tanto para autoconsumo como para generación de
excedentes; como propone Cordero (2011), teniendo a estas especies alejadas de
fuentes hídricas, de zonas con altos grados de inclinación o expuestas a
erosión, a cambio de mantenerlas en linderos de predios y en explotaciones a
pequeña escala para que puedan ser rotadas o cambiadas a una forma no
intensiva, como por ejemplo a mayores distancias de siembra en policultivos y
distintos arreglos forestales como silvi-agrícola o silvi-pastoril.
Y entonces, ¿por qué las Plantaciones de Monocultivos Forestales NO
deben ser considerados bosques?
Esta cuestión y exigencia, generada en la introducción a este texto,
surge a partir de la publicación de Evaluación de los Recursos Forestales
(2010) por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (conocida como FAO, por sus siglas en inglés). Allí se
definen los bosques como tierras mayores a media hectárea, con árboles que
superen una altura de 5 m y una cobertura de dosel superior al 10%, lo que
limita el bosque a tan solo uno de sus componentes como son los árboles y no
desde el punto de vista como ecosistema. Según el Movimiento Mundial por los
Bosques Tropicales (WRM, por sus siglas en inglés) (2011a, en: Overbeek
et al., 2012), esto sucede porque la FAO se enfoca en el árbol, y detrás de
este en su madera, en relación con los beneficios para las industrias
forestales, teniendo en cuenta que por ejemplo el Comité Asesor en Papel y
Productos Madereros de la FAO (ACPWP, por sus siglas en inglés) está
integrado por ejecutivos de la industria privada.
También en el documento de la FAO (2010), más grave aún es la mención y
definición de “bosque plantado” como aquel que está compuesto principalmente de
árboles plantados y/o siembra deliberada, pero el problema va más allá de una
simple combinación de palabras. Las plantaciones en forma de monocultivo
intensivo no deben ser consideradas como bosques ya que, como señala Cordero
(2011), desde el punto de vista ecológico, hay una falta de interacciones de un
típico ecosistema de bosques, donde se altera la producción primaria y
procesado de energía que toman las plantas y que luego es aprovechada por
herbívoros así como el reciclaje de nutrientes que permite a los
descomponedores transformar minerales y materia orgánica. Esto ocurre, según el
mismo autor, por un cambio drástico en el suministro de hojas frescas para
herbívoros y de hojas muertas para descomponedores, teniendo en cuenta que en
la mayor parte de los casos las plantaciones son de especies exóticas o
introducidas cuyas hojas terminan acumulándose en el suelo por su composición
química y la ausencia de seres vivos que normalmente las procesan en sus sitios
de origen.
Entonces, algunos otros académicos como Cordero (2011) manifiestan que
el concepto de “bosques plantados” es una contradicción y en ese mismo sentido,
en 2012 la organización ambiental alemana Rainforest Rescue presentó al
director de la FAO una carta con más de 27 000 firmas como apoyo a una
iniciativa de 613 científicos y profesionales de las ciencias naturales que
solicitan a la organización, modificar su definición de “bosque” (Overbeek et
al., 2012). No obstante, hasta el momento, esta exigencia no se ha hecho realidad
y por esto cada 21 de septiembre sigue haciendo parte de las consignas en
contra de las Plantaciones de Monocultivos Forestales.
Notas
[1] Smurfit Kappa
Colombia (SKC) es el nombre actual, pero tan solo uno de los tantos nombres por
los que ha pasado y es conocida dicha compañía. En territorios caucanos se hace
referencia a esta multinacional como “La Smurfit”, “Cartón de Colombia” o
simplemente “Cartón Colombia”, incluyendo que estos dos últimos pueden hacer
parte de un imaginario que considera que la empresa aún sea colombiana. De
acuerdo con Broderick (1998) en un comienzo se creó Cartón de Colombia (CdeC),
empresa de origen antioqueño pero con importante capital estadounidense y CdeC
posteriormente fue adquirida principalmente por la multinacional irlandesa
Smurfit Group, con lo que pasó a llamarse Smurfit Cartón de Colombia. Desde ese
entonces su capital extranjero poco ha cambiado; tan solo con la unión del
Smurfit Group y Kappa, pasó entonces a llamarse Smurfit Kappa Cartón de
Colombia. Recientemente la empresa ha quitado la palabra “cartón para darse a
conocer como Smurfit Kappa Colombia.
[2] El municipio de
Suárez se creó en 1989, siendo antes parte de Buenos Aires.
[3] Reforestación
quiere decir sembrar árboles donde originalmente había vegetación arbórea o
bosques que fueron deforestados, mientras que forestación se refiere a sembrar
árboles donde la vegetación arbórea no era la que predominaba en el ecosistema
original como por ejemplo en praderas, sabanas, pampas, entre otros.
[4] Pineras es el
nombre con que los pobladores locales se refieren a las Plantaciones de
Monocultivos Forestales que principalmente contienen especies de pino.
Referencias
Broderick,
Joe. 1998. El imperio del cartón. Impacto de una multinacional papelera en
Colombia. Planeta Colombiana Editorial: Bogotá. 166 p.
Cardona, Diego A. 2009. Desiertos verdes del
suroccidente colombiano. Biodiversidad, sustento y culturas 61: 12-14.
Cordero R., Adolfo. 2011. Cuando los árboles no
dejan ver el bosque: efectos de los monocultivos forestales en la conservación
de la biodiversidad. Acta Biológica Colombiana 16 (2):
247-268.
FAO
(Food and Agriculture Organization of the United Nations). 2010. Global
Forest Resources. Main report. 343p.
Ocampo, Néstor. 2018. Reforestadora
Andina (Smurfit Kappa Group): 30 años haciendo daño al Quindío. Investigación y
texto de opinión del 6 de Enero. Disponible en: bit.ly/2PRW96y
Overbeek, Winfridus; Kröger,
Markus & Julien-François Gerber. 2012. An overwiew of industrial tree
plantations in the global South. Conflicts, trends and resistance struggles.
Enviromental Justice Organizations, Liabilities and Trade EJOLT Report no. 3. 100 p.
Escrito por :Felipe Castiblanco Álvarez Facilitador Ambiental del pueblo Nasa del territorio Ancestral de Cerro Tijeras